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En este ensayo, el autor plasma unos desafiantes y controversiales conceptos sobre el origen del Gran Cañón del Colorado, los cuales, aún cuando él insiste en que son totalmente evidentes, a las demás personas nos resultan difÃciles de digerir. Además, utilizando la misma tónica del tema del Gran Cañón, niega que los glaciares tengan el poder erosivo que los expertos les otorgan, como en la formación del Valle de Yosemite. Sin embargo, aún más controversial puede resultar la negación que hace de la existencia de las Placas Tectónicas, y en forma categórica afirma que, aún cuando los cientÃficos aseguran que la teorÃa de las Placas Tectónicas da una explicación coherente y elegante sobre la supuesta formación y deriva continentales, esta teorÃa le parece francamente ridÃcula y absurda y, por supuesto, expone con sobriedad y sencillez las razones por las que contradice tal teorÃa. Adelantándose al pensamiento de los lectores, el mismo autor se pregunta por qué tuvo que ser él quien desarrollara esta teorÃa, si es carente de toda instrucción en la materia. El autor ha declarado que está consciente de la oposición y de las crÃticas a que se verá expuesto, sin embargo, menciona que está dispuesto a defender su afirmación en cualquier foro y ante cualquier personaje.
En este ensayo, el autor plasma unos desafiantes y controversiales conceptos sobre el origen del Gran Cañón del Colorado, los cuales, aún cuando él insiste en que son totalmente evidentes, a las demás personas nos resultan difÃciles de digerir. Además, utilizando la misma tónica del tema del Gran Cañón, niega que los glaciares tengan el poder erosivo que los expertos les otorgan, como en la formación del Valle de Yosemite. Sin embargo, aún más controversial puede resultar la negación que hace de la existencia de las Placas Tectónicas, y en forma categórica afirma que, aún cuando los cientÃficos aseguran que la teorÃa de las Placas Tectónicas da una explicación coherente y elegante sobre la supuesta formación y deriva continentales, esta teorÃa le parece francamente ridÃcula y absurda y, por supuesto, expone con sobriedad y sencillez las razones por las que contradice tal teorÃa. Adelantándose al pensamiento de los lectores, el mismo autor se pregunta por qué tuvo que ser él quien desarrollara esta teorÃa, si es carente de toda instrucción en la materia. El autor ha declarado que está consciente de la oposición y de las crÃticas a que se verá expuesto, sin embargo, menciona que está dispuesto a defender su afirmación en cualquier foro y ante cualquier personaje.
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