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Tantos cargos, tan poco perdó n. Tanto miedo, tan poca confianza. Tantas cadenas, tan poca libertad. Tanta culpa, tan grande condenació n. Tan grandes y gruesos tomos de la ley, tan pocas pá ginas que conceden perdones. Esta era mi realidad cotidiana mientras trabajaba en los tribunales como inté rprete juràdico certificado. Tú entrará s en los tribunales. Los relatos casi te hará n sentir que está s presente en la audiencia. Seguirá s procesos de divorcio, juicios por homicidio, niñ os que llegan a la correccional por ausentismo escolar, trá fico de drogas en la escuela, y asuntos má s graves. Todos estos relatos se convierten en trampolines para entrar en la suprema corte. Aquàtodos debemos comparecer ante el tribunal de Dios. Y todas nuestras narraciones y relatos acaban aquÃÂ, porque comienza una nueva historia. No la nuestra, sino la de Otro, nuestro Sustituto, nuestro Abogado, nuestro Juez, todo en Uno, á Jesucristo el Rey del perdó n! En este tribunal, el perdó n revierte los cargos. La confianza desecha todo temor. Todas las cadenas se desatan, porque la Palabra de absolució n rompe todos los grilletes: Tus pecados son perdonados es el hilo que enlaza todos los relatos de este devocional. La ley da paso al evangelio. Cada historia nos lleva desde los tribunales terrenales, donde mayormente escuchamos sentencia y condenas, hasta el trono celestial de la gracia. AquÃÂ, el Juez del universo tiene solo una palabra: á Perdonado!. Pero ÿ có mo? ÿ En virtud de cuá l ley? ÿ O en virtud de quié n? Verá s la respuesta claramente expuesta en cada uno de los relatos de á Se retiran todos los cargos! Los pecadores perdonados se van totalmente libres ante esta asombrosa declaració n de gracia de parte del Juez del universo. Ante la Palabra de Dios, á desaparece toda culpa!
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Tantos cargos, tan poco perdó n. Tanto miedo, tan poca confianza. Tantas cadenas, tan poca libertad. Tanta culpa, tan grande condenació n. Tan grandes y gruesos tomos de la ley, tan pocas pá ginas que conceden perdones. Esta era mi realidad cotidiana mientras trabajaba en los tribunales como inté rprete juràdico certificado. Tú entrará s en los tribunales. Los relatos casi te hará n sentir que está s presente en la audiencia. Seguirá s procesos de divorcio, juicios por homicidio, niñ os que llegan a la correccional por ausentismo escolar, trá fico de drogas en la escuela, y asuntos má s graves. Todos estos relatos se convierten en trampolines para entrar en la suprema corte. Aquàtodos debemos comparecer ante el tribunal de Dios. Y todas nuestras narraciones y relatos acaban aquÃÂ, porque comienza una nueva historia. No la nuestra, sino la de Otro, nuestro Sustituto, nuestro Abogado, nuestro Juez, todo en Uno, á Jesucristo el Rey del perdó n! En este tribunal, el perdó n revierte los cargos. La confianza desecha todo temor. Todas las cadenas se desatan, porque la Palabra de absolució n rompe todos los grilletes: Tus pecados son perdonados es el hilo que enlaza todos los relatos de este devocional. La ley da paso al evangelio. Cada historia nos lleva desde los tribunales terrenales, donde mayormente escuchamos sentencia y condenas, hasta el trono celestial de la gracia. AquÃÂ, el Juez del universo tiene solo una palabra: á Perdonado!. Pero ÿ có mo? ÿ En virtud de cuá l ley? ÿ O en virtud de quié n? Verá s la respuesta claramente expuesta en cada uno de los relatos de á Se retiran todos los cargos! Los pecadores perdonados se van totalmente libres ante esta asombrosa declaració n de gracia de parte del Juez del universo. Ante la Palabra de Dios, á desaparece toda culpa!
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